Madrugada del 15 de septiembre de 1950, Málaga.

El Obispo Ángel Herrera Oria es fiel devoto de Nuestra Señora de la Piedad, todos los viernes acude a la Iglesia de los Santos Mártires a rezar un rosario ante la Virgen de la Piedad.

Con motivo de la festividad de Nuestra Señora de los Dolores, y diversos acontecimientos que han sucedido en la ciudad, le ha sido imposible al obispo Ángel Herrera Oria acudir a su cita semanal con Nuestra Señora de la Piedad.

Tras la cena, cuando se retira a su alcoba el obispo, sintió la necesidad de ir a la Iglesia de los Santos Mártires, pero al ser muy tarde es peligroso hacerlo por la salida principal y tiene que buscar una alternativa.

 

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