Las imágenes, en muchas ocasiones, nos ayudan a penetrar en un misterio que, para nuestro entendimiento le es difícil. Y la imagen de nuestra Madre, la Virgen de la Piedad, magnífica obra de Francisco Palma Burgos, nos hace entrar en la comprensión del misterio del dolor de una madre que pierde a su hijo.
Todos sabemos de mucha gente que a nuestro alrededor pasa por situaciones graves que le hace tambalearse en la vida. Todos conocemos situaciones dolorosas, de amigos o conocidos, que la vida se les ha vuelto un peso inaguantable. Y la Virgen, perdiendo al suyo, sabe de todos esos sentimientos. En ella vemos los sufrimientos que provoca el hecho de que un hijo, lo pase mal, tenga problemas… en definitiva, cuando un hijo se encuentra en una «situación de muerte». Ella las comprender y sufre con ellas. Es la viva imagen de un Dios que no se ha desentendido de nosotros, sino que nos acompaña y sufre con nuestro dolor.
Por otro lado, la imagen de la Piedad nos interpela, para que todos nosotros, seamos o no, hermanos de la Real Hermandad de la Piedad, sepamos acoger a todos aquellos hombres y mujeres de nuestro alrededor que lo están pasando mal por cualquier circunstancia. Tener piedad significa hacernos cargo de los demás en sus sufrimientos, como Cristo lo hizo, y lo hace, por los nuestros. La imagen de la Piedad nos llama a tener un corazón lo suficientemente grande, para que podamos ser buenos samaritanos, que salgamos al encuentro de todos los que caídos al borde del camino y sepamos ofrecerles unos brazos acogedores, como los de la Virgen, para así poder levantarse, curar y continuar el camino.
Le pedimos a la Virgen de la Piedad que interceda ante su Hijo, para que todos nosotros manifestemos a los hombres el amor y la piedad que Dios ha tenido para con nosotros al hacernos hijos suyos y nos haya salvado por medio del sufrimiento y de la cruz de su Hijo.
Amén.
D. Andrés Pérez González
Director Espiritual